jueves, agosto 18, 2011

Cultivando un Espíritu Marcial


Cultivando un Espíritu Marcial
Autor: Stanley Pranin (febrero 2003)
Traducido por Miguel Elias

Todos los que se inician en la práctica de Aikido están impulsados por un motivo particular o un grupo de metas. Entre los mas comunes deseos, están los de aprender autodefensa, desarrollar condicionamiento físico o simplemente la búsqueda de compañerismo. Después de un tiempo, estas metas iniciales toman un diferente significado en la medida que uno empieza a experimentar la experiencia transformadora de los efectos del Aikido en la vida de cada uno.
Ya que el Aikido – y las artes marciales en general – son disciplinas que enseñan técnicas capaces de lastimar o hasta inclusive matar a un adversario, deben ser practicadas con un sentido de suficiente seriedad y atención minuciosa a los detalles debido a los riegos inherentes envueltos. Entrenar focalizándonos en esta forma de estado mental nos lleva progresivamente al cultivo de los que se puede describir como un “Espíritu Marcial”.

Nosotros usamos aquí el termino “marcial” en el mismo sentido de la palabra “bu” en Japonés, como lo interpretaba el Fundador (O’sensei), desde el “budo”, traducido usualmente como “arte marcial”. “Bu” engloba dos conceptos principales. Primero, su connotación en el sistema Oriental de conocimiento de lucha con orígenes clásicos apuntando a la enseñanza de la defensa propia. Y segundo, “Bu” también incorpora la noción de una actividad o intento de búsqueda para dirigir al practicante por un camino de avance espiritual. Ambas ideas están contenidas en el Aikido de acuerdo a lo concebido por el Fundador Morihei Ueshiba.

Entrenando con un enfoque marcial
El Bu o elemento marcial es un elemento tan vital del entrenamiento del Aikido que removerlo significaría reducir este arte a tan solo un sistema de ejercicios o método de salud. Surge del conocimiento de los peligros inherentes en el entrenamiento introduciendo un tipo de tensión mental durante la práctica, que en el transcurrir del tiempo produce un estado de alta sensibilidad. Aquí citamos algunos de los procesos en el dojo que promueven el desarrollo de este estado mental marcial.

Etiqueta
La Etiqueta es uno de los pilares del comportamiento en el dojo. Muchos confunden o no entienden la importancia de las formalidades adheridas a ella dentro del dojo. Las costumbres observadas antes, durante y después del entrenamiento están diseñadas a establecer un set de controles donde técnicas peligrosas puedan ser practicadas de una forma segura. La Etiqueta no debería ser considerada como un grupo vacío de formas, realizadas meramente de hábito.
La Etiqueta es de gran valor fuera del Dojo también. Es una forma de lubricante social que hace que las interacciones personales procedan de una forma suave. Personas escrupulosamente correctas hacen pocos enemigos, y poseen una característica obviamente deseada para exponentes de las artes marciales.

Siendo atacante (uke)
El entrenamiento en Aikido consiste en parejas ejecutando alternativamente el papel del “nage” (persona que defiende y aplica la técnica) y del “uke” (persona que ataca el cual recibe la técnica ejecutada). Movimientos en pares en Aikido son parecidos a los kata o formas practicadas en numerosas artes marciales clásicas y algunas modernas. Aun así, las formas, menos estructuradas en Aikido, sirven como guías para la ejecución apropiada de las técnicas, a ser modificadas de acuerdo a las especificaciones del encuentro.
En el entrenamiento, la técnica a ser aplicada es conocida por ambas partes antes que comience el ataque. Este es un factor adicional que asegura un ambiente de práctica segura. Por esta razón, es importante que el Uke ataque limpiamente y con intención, sin anticiparse a la respuesta del Nage, basada en su presciencia (intuición). El Nage necesita de un ataque decidido en orden a entender las cuestiones de balance, mecánica del cuerpo y flujo de energía. La actitud marcial del Uke lo protegerá a él de lastimarse y promoverá su propio progreso y el de su compañero de entrenamiento. El Uke será también recompensado con un cuerpo flexible y bien acondicionado que sea confortable con las caídas – una experiencia perturbadora, si no peligrosa, para la mayoría de las personas.

Siendo defensor (Nage)
En un acercamiento tipo kata, descrito mas arriba, el Nage conoce la naturaleza del ataque, para así poder concentrarse en el desplazamiento apropiado del cuerpo, distanciamiento y desbalanceo de su compañero de práctica (uke). El elemento del estrés emocional que típicamente acompañara a una confrontación real se encuentra ausente en este contexto básico de entrenamiento. El movimiento inicial del Nage deberá desbalancear a su compañero, ya que así, el Uke perderá su fuerza a resistir debido a la perdida de su centro de gravedad (balance).
Los beneficios de la práctica para el Nage sobre un largo periodo de tiempo se volverán hábitos. Aprende a realizar una reingeniería de sus instintos de oponerse a un ataque para mezclarse y dar una respuesta, que caracteriza a las técnicas de Aikido. Aprende a mantener la ecuanimidad física y mental ante un ataque, que seria muy perturbador para una persona sin entrenamiento. En la medida que avanza el proceso de aprendizaje – sea conciente o inconcientemente – el Nage desarrolla niveles altos de sensibilidad de todo lo que pasa a su alrededor. Se vuelve apto para discernir, de qué constituye una amenaza potencial y qué no. Esta actitud de alerta constante es la que distingue a las personas con antecedentes en el Budo y es un componente fundamental del Espíritu Marcial.

Identificando las metas del entrenamiento
Los practicantes de Aikido deberían regularmente revisar sus actividades y circunstancias normales para identificar áreas en peligro o débiles que demanden atención.
Aquí hay un ejemplo específico. Los Aikidokas algunas veces vemos defectos en nuestro arte en comparación con otras artes marciales. Consecuentemente, es muy tentador el debate del “Que pasaría si…” en escenarios de discusión sobre la efectividad de las técnicas de Aikido. Pero ¿estamos realmente entrenando para ser capaces de derrotar al campeón de karate, a un boxeador profesional o a un luchador olímpico? ¿Como podríamos canalizar nuestras energías para tales metas, para que nos ayuden en nuestras vidas para estar preparados para recibir cualquier tipo de ataque a los que estamos expuestos? No existe un camino cierto para establecer un ranking de las artes en algún orden jerárquico de eficacia debido a que ningún objetivo común puede ser identificado para medir sus meritos relativos. Este ejercicio mental puede proveer de un buen tema para un boletín de discusiones, pero en el caso totalmente hipotético de algún enfrentamiento, cualquier conclusión será puramente especulativa.

Así, no deberíamos considerar nuestra práctica como una perdida de tiempo debido a que nuestras habilidades en Aikido no puedan equipararse a las de un luchador profesional. Si ese fuera realmente nuestro objetivo, no estaríamos entrenando en Aikido en primer lugar. Este no es un estado en el cual deberíamos aproximarnos al entrenamiento del Aikido, en forma de azar o preparados para resultados mediocres. El punto es que nuestra ultima meta deberá ser la de proteger la vida, la libertad y la propiedad, y no la de derrotar a un oponente casual en un enfrentamiento.

Escenarios Reales
Asumamos por un momento que un sondeo alrededor nuestro, nos lleva a la conclusión que uno de los puntos de real preocupación reside en la posibilidad de sufrir un ataque físico. Podríamos ser sorprendidos mientras caminamos por la calle, conduciendo, o inclusive en nuestras casas. En nuestro mundo real los asaltantes normalmente cargan armas de fuego o cuchillos y pueden tener uno o más cómplices.
El elemento sorpresa es una de las razones principales para que estos ataques sean efectivos. Normalmente no es un ataque sofisticado, sino que, en efecto, la victima haya sido tomada desprevenida, resultando herida o inclusive muerta.
En esto, nosotros no podemos saber la naturaleza exacta de un ataque al azar, o inclusive si nosotros alguna vez seremos asaltados, lo que se busca es un nivel de preparación general psicológica en lugar de conocimientos de técnicas de defensa. Debemos desarrollar un estado constante de alerta y ser capaces de responder instintivamente ante amenazas no esperadas. Debemos volvernos saludables, flexibles e individuos bien preparados, capaces de adaptarnos rápidamente a situaciones desafiantes.

¿Por qué Aikido?
Esto nos trae la pregunta perfectamente razonable. ¿Por qué estudiar Aikido y no otra cosa de mas aplicabilidad a incidentes de violencia urbana, como el uso de armas de fuego o conocimiento de peleas callejeras? Dependiendo de las circunstancias de cada uno, podría ser definitivamente una buena idea la práctica de otras disciplinas. Ciertamente existen fuertes argumentos referentes a los beneficios del Cross Training (Entrenamiento Cruzado).
Habiendo dicho esto, otra razón obligatoria para entrenar en Aikido tiene que ver con el segundo componente del “Bu” mencionado en otros artículos. Esto es, que el Aikido es también un camino para el desarrollo espiritual. Contiene dentro de si, un orden moral de respetar y proteger a todo ser viviente. El Aikido proyecta una visión idealizada de un mundo en armonía y las técnicas de este arte ejemplifican esta visión abstracta en un contexto físico. Más aún, las técnicas de Aikido encarnan el principio de la no resistencia. Esta era la visión del Fundador Morihei Ueshiba y deberá ser mantenida en la mente de todos los practicantes de Aikido. También constituye una excelente fórmula para vivir la vida en un mundo lleno de peligros y discordias.

Epilogo: Tomando decisiones difíciles en tiempos problemáticos
La mayoría de las veces que enfrentamos desafíos en nuestra vida diaria, estos no envuelven encuentros físicos directos. La mayoría de las veces, nuestras batallas toman lugar en un plano psicológico interior, en la medida que luchamos con los interminables problemas de la vida y sus incertidumbres. El espíritu marcial cultivado a través de los años de entrenamiento en Aikido puede ser una posesión de incalculable valor en esos tiempos.

El 11 de septiembre del 2001, un día que será recordado por todos los que fueron alcanzados por sus consecuencias, el mundo entero entro a un tiempo de crisis política y espiritual. A tan solo dos semanas después, un gran seminario de Aikido estaba programado para llevarse a cabo en California. Cerca de 300 personas ya habían confirmado su participación en el evento. El instructor invitado, que ya tenía programado su vuelo proveniente de Japón, escuchó las advertencias del gobierno Japonés, de sus conocidos y amigos, y decidió cancelar su viaje. Esta probablemente era una decisión lógica bajo tan extremas circunstancias.
Los auspiciantes del evento se encontraron en las “astas del dilema”. ¿Deberían cancelar totalmente el evento e incurrir en una dolorosa pérdida financiera, y al mismo tiempo, tratar de arreglar el desagrado que esto causaría en aquellos que planeaban asistir, y qué de aquellos que ya se habían registrado? ¿Deberían ellos cancelar sus planes y retirarse a un “calvario mental”, donde deberían reducir sus actividades normales debido al miedo a lo desconocido?

En este instante particular, una solución satisfactoria fue conformada. Los auspiciantes pidieron al grupo de intructores seniors que compartan las responsabilidades de enseñanza, en ausencia del instructor que había sido promocionado. Esta posición permitió que el seminario se lleve a cabo, aún bajo circunstancias tan adversas. Más de la mitad de aquellos que originalmente planeaban su asistencia, efectivamente asistieron al evento. Este es un ejemplo específico de cómo nos enfrentamos en nuestra vida diaria a situaciones que nos llaman a recurrir a nuestro entrenamiento marcial para encontrar las soluciones apropiadas donde aparentemente ya ninguna es factible.

viernes, julio 01, 2011

¿Es el aikido simplemente un pasatiempo?

¿Es el aikido simplemente un pasatiempo? (por Stanley Pranin)

He aludido en artículos recientes a nuestras estimaciones sobre el grado de crecimiento del Aikido tanto en Japón como en otros países.
Mientras que nuestras cifras son menores que varias de las estimaciones oficiales, creo que sin embargo representan una evidencia sólida de la penetración del aikido en las principales culturas del mundo.
Con esto en mente, tengo varias ideas acerca de la forma en que se practica el aikido en varias escuelas hoy día, y en sus implicaciones en el desarrollo del arte a largo plazo.
El aikido es a menudo mencionado como un deporte cuando sale a colación en conversaciones con personas que no practican. Cuando esto ocurre, a veces ponemos objeciones al uso del término “deporte”
e indicamos que el aikido es en realidad un “arte marcial”.
Pero si miramos con detenimiento, descubrimos que la gente a menudo no usa el término “deporte” en el sentido riguroso de la palabra, y que lo que realmente quieren decir es algo así como una actividad de tiempo libre o pasatiempo, más que una actividad competitiva. Si nos detenemos y reflexionamos por un momento,
muchos de aquellos dedicados a la práctica del aikido hoy día de hecho lo tratan como un pasatiempo, afición o forma de ejercicio.

¿Cómo se expresa esta actitud en el entrenamiento?
Un área que inmediatamente viene a la mente es que, tal como el aikido se practica en muchos dojos, los movimientos del uke son poco más que caricaturas de un ataque. Esto es debido al énfasis en la ejecución de las técnicas en oposición a la enseñanza de los fundamentos básicos relativos a cómo ejecutar un ataque sincero y controlado.

Los ataques flojos y descuidados son también una causa importante de crítica al aikido por practicantes de otras artes marciales. Aparte de que sea difícil o imposible ejecutar una técnica apropiada contra un ataque desganado, tal actitud relajada contribuye al desarrollo de hábitos de entrenamiento frívolos o lánguidos por parte de ambos, uke y nage.
Estos son, en cambio, contraproducentes para el desarrollo de la fuerza muscular y de las articulaciones y del acondicionamiento global necesario para la práctica segura de las potentes técnicas del aikido.
Creo que la principal responsabilidad de este acercamiento descuidado a la práctica del aikido yace en aquellos instructores que no han sabido comprender la esencia de los métodos e intenciones del fundador en la creación de su arte.

¿Necesitan ser efectivas las técnicas de aikido?

También se argumenta en ocasiones que las técnicas de aikido serían, en todo caso, de uso limitado en una situación real de lucha, y que incluso aunque lo fueran, cómo de efectivas lo serían ante un arma letal como una pistola.
La premisa subyacente es que no es terriblemente importante que las técnicas que practicamos tengan una aplicación marcial. Por lo tanto, por extensión, dicen los defensores de este punto de vista, no hay nada malo en practicar de una manera agradable y relajada.
 El mayor fallo que encuentro en esta manera de pensar es que pasan por alto las deletéreas consecuencias de tales prácticas en generaciones venideras de aikidokas.
 Si usamos el aikido enseñado por Morihei Ueshiba después del fin de la guerra como tabla de medida por la cual juzgamos el arte actual, ya podemos hallar que se enseñan hoy día muchas menos técnicas y que hay poco énfasis en áreas tan fundamentales como atemi, uso de armas y la práctica de grupos de técnicas como koshiwaza y hanmi handachi, las cuales fueron parte del currículo original del arte. Eso sin mencionar la casi total ignorancia de la fuente y contenido del mensaje espiritual del fundador.
De continuar este proceso durante más tiempo, me temo que lo que en el futuro se haga llamar “aikido” en muchos dojos, llegará a ser irreconocible como tal.

El Aikido posee una rica herencia como una de las más importantes y dinámicas expresiones de la larga tradición marcial del Japón. Morihei Ueshiba, el creador del Aikido, infundió las complejas y sofisticadas técnicas que aprendió en su juventud con una visión humanística de las artes marciales como instrumentos para la resolución pacífica de conflictos. Es esta única combinación de forma, utilidad y ética la que es responsable del impacto del aikido sobre las generaciones modernas.
De alguna manera, la visión del fundador fue tal vez demasiado revolucionaria.
Parece que ha sido demasiado esperar que el mundo haga el considerable salto conceptual requerido para transformar las herramientas de guerra en instrumentos de paz.
Visto desde esta perspectiva, el estado actual del aikido como una forma suave de ejercicio para ser seguida en ambientes relajados y amistosos no es sino un signo de los tiempos en que vivimos, donde cualquier cosa que sea fácil y divertida tiene más atractivo que actividades que producen recompensas como resultado del esfuerzo aplicado durante periodos prolongados.

Comentario de Gustavo Romano -Genki Dojo-

"Aikido es Amor".  El camino del arte marcial es completar la propia misión, haciéndose uno con los grandes espíritus del Universo y de los protectores del Amor.
Aikido es el camino de vencer sobre sí mismo, eliminando el espíritu de confrontación y finalmente erradicando todos los pensamientos de rivalidad y oposición por completo. Las técnicas de Aikido transmiten los principios del Universo al cuerpo físico. Ellos combinan el espíritu y la carne en uno y nos llevan hacia la más alta manifestación, nuestra propia misión.”
O´Sensei, Morihei Ueshiba

Mi humilde y respetuoso comentario si se me permite, se limita a traer a nuestra mente las palabras del Fundador y reflexionar sobre éstas y tantos otros pasajes en que realza el cuidado y compromiso con la no violencia.
Opino que el respetado Stanley Pranin (al cuál sigo desde hace muchos años) ha incurrido en alguna falla y comentario desafortunado en sus expresiones, tal vez por omisión. Intuyo por obvio que suene, que se referirá al practicante que cuenta con el estado físico necesario (como la mayoría de los que han comentado su artículo) para extremar sus exigencias en nuestro Arte. Adhiero a esa forma de pensar en tanto y en cuanto no limite a los buscadores del Camino del Aikido que por diferentes causas sus aptitudes físicas se ven limitadas: es en este punto en el que Pranin comete en su artículo error por omisión. Pero lo que me llama la atención y me lleva a participar de este comentario es la gran contradicción en la que incurre: “Eso sin mencionar la casi total ignorancia de la fuente y contenido del mensaje espiritual del fundador” (sic). Lisa y llanamente Stanley está generalizando en cuanto a la forma en que se conduce cada instructor como si todos fueran improvisados. Frente a tan fuerte comentario puedo interpretar que quién otorgó el permiso para impartir instrucción del Arte bajo el manto de Federaciones y Asociaciones, (además de los propios instructores) no están a la altura de comprensión y conocimientos del autor de la nota.
No caeré en el mismo error dando cátedra de conocimientos pero no obviaré mencionar las últimas etapas del Gran Maestro y su comunión con Goi Sensei, Fundador del Byakko Shinko Kai. Esto dada la mención que hace Pranin: Si usamos el aikido enseñado por Morihei Ueshiba después del fin de la guerra como tabla de medida por la cual juzgamos el arte actual” (sic).
Con comentarios como estos, está dejando fuera a todos aquellos que buscan más allá de lo físico, su propio camino en el Arte de la Paz.
Precisamente O´Sensei continuó creciendo después de la etapa que Stanley menciona, por lo cual no podemos ni debemos, en honor al Fundador, pasar por alto su iluminación a finales de su vida terrenal.
Elegir la etapa de la vida de O´Sensei, el período de búsqueda que nos convenga ignorando la totalidad de la vida de Ueshiba para sostener un punto de vista, tendremos una mirada parcial por elección, tal vez para reforzar nuestro propia opinión.

La última etapa de O´Sensei, según sus propias palabras son las del verdadero mensaje que intentó legarnos.
Con buena intención, quisiera leer que el autor se refiere a quienes tienen las aptitudes físicas necesarias para trabajar las técnicas con la debida contundencia y honestidad y no lo hacen; pero como dije creo importante dejar bien clara la diferencia entre quienes pueden y no quieren, de quienes quieren y no pueden.
De la misma forma (disculpas por mi firmeza) considero desafortunado hacer comentarios acerca de la práctica en Dojos porque el “estilo” no es el de O´Sensei de los años cincuenta. Muchos instructores buscan el Camino en las últimas épocas del Gran Maestro (ya mencionadas), quién dio un cierre bien claro al ser el primer artista marcial en hablar de Amor.
Creo que la verdadera tragedia de la Vía del Aikido estaría en perder de vista la última etapa de las enseñanzas de Morihei, y creo que seguramente sin intención negativa, Stanley cayó en ese error.

Mi agradecimiento por permitirme compartir opinión.
Menciono mis datos en respeto a mis compañeros buscadores del Camino (no es respetable hablar desde el anonimato):
Gustavo Romano, 3er Dan, 20 años de práctica, miembro de la Federación Aikikai Argentina, instructor a cargo de Genki Dojo, provincia de Buenos Aires – Argentina.

Nota:
En nuestro Dojo se permite la práctica en todos sus “estilos”: están quienes gustan de ser contundentes, quienes utilizan su juventud y fortaleza física y espiritual en su búsqueda. También quienes vienen a buscar una actividad que los pacifique a pesar de algunos impedimentos físicos y se esfuerzan hasta donde la naturaleza les permite.
Intentamos con toda humildad respetar lo que desde la voluntad y esfuerzo diario, cada uno pueda alcanzar. Considero que se puede tener un ataque contundente, honesto, firme; tomar ukemi de forma natural y al extremo, y al mismo tiempo no perder de vista que esa contundencia no es excluyente para quienes no adhieren a ella. Así pensamos.
Deberíamos ahondar mucho más en la vida de O´Sensei antes de ser categóricos con los demás. Mis disculpas a Stanley Pranin por mi crítica constructiva.
No quisiera ver un día que en el Dojo del que formo parte, así como en Kurata Dojo (sede de nuestra Federación) se cruce la delgada línea de la competencia, bajo la excusa de estar buscando “mejorar un estado muscular y articular” o defenderse de comentarios competitivos y comparativos. Ese sería un día muy triste.
Nuevamente gracias.

El tatami interior

Cuando no permitimos que salga nuestra pena, nuestra cólera creará lágrimas en algún otro.
Cuando no aceptamos nuestros miedos, entonces nuestra cólera causará que algún otro esté asustado.
Mientras más nos oponemos a una sensación, más persiste.
Todas las sensaciones son aceptables: todos los comportamientos no lo son.

El tatami interior
(honrar lo sagrado)

Tenemos un acuerdo de cuidarnos y respetarnos cuando practicamos.
¿Expresamos nuestra gratitud sinceramente hacia nuestros compañeros y hacia las enseñanzas de instructores y maestros?

Ellos nos transmiten encendidamente una tradición rica y expansiva que nutre nuestros aspectos mentales, físicos, emocionales y espirituales de nuestro ser. Sin ello nuestra práctica sería vacía y egocéntrica.
¿Tomamos las enseñanzas, las críticas y las dificultades puestas en nuestro camino como regalos para crecer?
Este sentido de lo sagrado, se evidencia no sólo en la forma de inclinarse y agradecer mutuamente, sino además en la manera en la que manejamos las armas, barremos el tatami o mantenemos limpio y en condiciones nuestro aikidogi.

Aikido nos recuerda lo sagrado en lo mundano. Nos conecta con el mayor misterio: la energía de toda la existencia que compartimos el uno con el otro.

Día a día luchamos para sobrevivir en esta sociedad competitiva y materialista, por eso es de vital importancia contar con un lugar sagrado dentro de nuestros corazones y para ejercicio de nuestro cuerpo.

El tatami debe ser un espacio que existe para algo más que nuestro sentido práctico.

Las lecciones de cada práctica toman valor en las relaciones en las que olvidamos a menudo lo sagrado y la belleza increíble de aquellos con quienes interactuamos. No notamos la riqueza de quiénes son y del espacio sagrado que habita en ellos, con sus dones y talentos únicos.
El tiempo y la energía que damos el uno al otro para crear un mundo más pacífico y hermoso existe no sólo en el Dojo, sino en todas nuestras relaciones.
Apreciando lo sagrado del Aikido, estoy aprendiendo lentamente a ver cada interacción como expresión de descubrimiento interno.

De esta forma, paso a paso, técnica tras técnica, voy comprendiendo que el tatami no tiene límites.

Una buena forma de evaluar mi desarrollo y crecimiento en Aikido es preguntarme dónde comienza y dónde termina mi tatami: si éste se expande o me limito a respetar normas y etiquetas dentro de una lona fría, y al salir de ella y ponerme nuevamente mis sandalias, y calzarme con ellas nuevamente los demonios que dejé allí tan sólo por un rato.
No es este el sentido de la práctica sino por el contrario, hacer que el tatami se haga infinito, llevando con su extensión, todos los aspectos de mi ser que en él desarrollo.

El respeto y cuidado al compañero son "el tatami".
Enfrentar y presentar batalla a los propios demonios y no verlos reflejados en el rostro del compañero: él está de mi lado.

"No teniendo ningún destino, nunca me pierdo".