domingo, agosto 29, 2010

"La vida al revés" o "¿qué quiero para mi vida?"

por Gustavo Romano

Quién ya perdió lo más querido se anima a movilizar y sale a reclamar.
Quién no perdió lo más querido todavía, no sale a defender antes que le ocurra.
A diario vemos que se colocan rejas en las viviendas "porque" alguien entró a robar…
Vemos muy pocas rejas "para que" no entre alguien a robar…
Se hacen marchas y manifestaciones a partir de la "cantidad" de robos, violaciones y muertes…
No recuerdo marchas "antes" de que los crímenes se cometan...
"El sistema" atiende los casos en los que la "sangre ya corrió"…
"El sistema" desestima los casos en que se advierte que "va a correr sangre"...
Porque perdí mi trabajo en el que sufría opresión; estoy dispuesto a todo con tal de obtener revancha…
Para no perder mi trabajo estoy dispuesto a todo incluso a soportar la opresión diaria…
Como no tengo trabajo recurro a mi imaginación y a los valores que había olvidado…
Como tengo trabajo olvido mis valores y censuro mi imaginación…
Tomo cualquier actitud…. total ya todo está perdido…
Me mantengo en la misma actitud… todavía no he perdido lo poco que tengo…

Empiezo a investigar sobre formas de autodefensa "porque" pasé por una situación de inseguridad…
No me interesan las formas de autodefensa "porque todavía" no sufrí en persona situaciones de inseguridad…

La juventud es la etapa de jugarse por los ideales, siendo que, si nos equivocamos, tenemos tiempo (tal vez) de volver a intentar…
La madurez es la etapa de "no jugarse por los ideales", siendo que, si nos estamos equivocando "no tenemos tiempo" (obviamente) para intentar algo distinto…
Vemos con buenos ojos a los que durante su juventud, desperdician energías en caminos sin salida, "total son jóvenes"…
"No" vemos con buenos ojos a los que durante su madurez, invierten las energías que les quedan en caminos alternativos, "son irresponsables"…
Si veo algo "inadecuado" mejor no me meto…
Si me pasa algo "inadecuado" espero que alguien se meta...
Nos escandalizamos cuando nos ocurren hechos desagradables y todos nos dan la espalda…
Damos la espalda escandalizados a los que les ocurren hechos desagradables…
Exijo compromiso a todos en lo que hacen aunque les sea incómodo…
Me comprometo con lo que hago sólo si me queda cómodo...

Miramos con desagrado desde el barro a los que vuelan, sin pensar que despegaron del lodo a puro esfuerzo y decisión.
Llamamos irresponsables a los que se animan, nos reímos de los que emprenden, cuestionamos a los que cuestionan...

El combate interior

El combate interior
“Cuando el Cielo quiere confiar una misión importante a un hombre, comienza por llenar su corazón de amargura, confundiendo su comprensión y trastornando sus proyectos. Después lo fuerza a ejercitar sus huesos y músculos. Le hace experimentar el hambre y todo tipo de sufrimientos. Cuando el hombre emerge, triunfante sobre todas las pruebas, es capaz de realizar lo que antes no habría podido hacer”.

¿Cuál es la apuesta de este combate interior?
Para los Maestros, los verdaderos obstáculos que impiden al discípulo avanzar son los creados por su personalidad artificial. El hombre ordinario, asfixiado por un collar de hábitos físicos y mentales, su visión del mundo deformada por una pantalla de ilusiones, es un enfermo cortado de su ser profundo cuyas posibilidades están sin explotar. El trabajo que hay que realizar consiste pues en hacer saltar los bloqueos físicos y mentales, para que las fuerzas latentes en el hombre puedan florecer libremente. El Budô, la Vía del combate, como cualquier otra Vía auténtica, tiene como meta la regeneración del individuo. Pero esta realización de sí sólo puede ser alcanzada por una lucha sin piedad contra los propios defectos, contra las propias debilidades, contra las propias ilusiones. Para vencer los obstáculos interiores hay que tener además la paciencia de acosarlos sin tregua y el coraje de enfrentarse a ellos. Orgullo, cobardía, impaciencia, dudas, todos ellos alimentados por la ilusión, son trampas temibles en las que muchos han caído. El sendero es largo, difícil y penoso. Una de las claves de la Vía es no desalentarse y preservar, a pesar de todo, a pesar de uno mismo.
No hay que olvidar: “en tanto que no se haya comido del pan de la tristeza, no se podrá conocer el sabor de la vida real”.

(del libro "El blanco invisible")